domingo, 18 de julio de 2021

“Jesús multiplica panes y peces”

 


(Domingo XVII - TO - Ciclo B – 2021)

“Jesús multiplica panes y peces” (cfr. Jn 6, 1-15). Al ver los milagros y prodigios que hacía Jesús, una multitud se reúne en torno a Él; esta multitud estaba compuesta de unas diez mil personas o más, incluidos hombres, mujeres y niños. Jesús predica y en un momento determinado es necesario hacer una pausa para que la multitud se alimente y recupere fuerzas, pues ya era cerca del mediodía. Jesús toma dos pescados y cinco panes de cebada, los bendice, los multiplica y les ordena a sus discípulos que los repartan entre la gente que padece hambre. Es decir, Jesús realiza un milagro material, al multiplicar la materia de dos panes y cinco peces y en tal cantidad, que incluso sobra bastante comida luego de que toda la multitud se ha saciado. Este milagro material demuestra la divinidad de Cristo en cuanto Creador, pues la definición de “Dios Creador” es precisamente la de Aquel que tiene la potestad de crear el ser de la nada: donde antes había nada, ahora hay ser, substancia, esencia. En este caso, el ser y la substancia de los panes y peces. Este mismo milagro es el que Jesús ha realizado al inicio de los tiempos, con la creación del Universo, por eso Él es Dios Creador: antes de la creación, estaba el Ser divino de Dios Uno y Trino, con su substancia divina y su esencia divina, pero no estaban ni el universo material ni el inmaterial, el de los ángeles; luego, en un instante determinado, Dios Trino crea, de la nada, el universo material y el inmaterial, dando el acto de ser a lo que antes era sola nada en sí misma. Con este acto creador, que crea el acto de ser de la nada, Dios demuestra que es Dios, es decir, que tiene la omnipotencia necesaria para crear el acto de ser de la nada y traer las cosas y a las personas al ser y a la existencia. Como vemos, entonces, en esencia, el milagro de la multiplicación de panes y peces es substancialmente el mismo que el de la Creación del universo, aunque obviamente a mucha menor escala, pues lo que hace Jesús en este caso, es crear de la nada el acto de ser de los panes y peces, con la creación de los átomos y moléculas materiales que esto implica. Esta capacidad creadora no la tienen las creaturas, ni el hombre, ni el ángel; lo único que pueden hacer las creaturas es modificar la materia ya existente. Por ejemplo, el hombre puede manipular y modificar los genes, tal como lo hicieron los comunistas chinos con el actual virus: “cortaron” los genes del Virus del Sida que sintetizan la proteína espiga, que es la que permite el ingreso en las células humanas y su infección por el virus y la unieron al virus del murciélago, con lo cual el virus adquirió –se llama “ganancia de función”- la capacidad de infectar a los humanos; lo mismo sucede con el ángel, por ejemplo, el demonio, el cual no puede hacer verdaderos milagros, sino que sólo puede modificar lo que ya ha sido creado por Dios, de ahí el grave error de quien acude al demonio para pedirle, por ejemplo, la curación de una enfermedad. Estos son solo dos ejemplos que ilustran la incapacidad de la creatura racional –hombre y ángel- de crear el acto de ser de la nada, como sí lo puede hacer Dios.

Al realizar el milagro de la multiplicación de panes y peces, Jesús demuestra su omnipotencia divina porque crea de la nada el acto de ser inmaterial que actualiza la esencia de panes y peces y crea además la materia de los panes y peces, es decir, los átomos y las moléculas que los componen, con lo cual repite, en mucho menor grado, aunque sea en sí mismo un milagro prodigioso, el milagro de la Creación del universo visible e invisible.

“Jesús multiplica panes y peces”. Además de la omnipotencia divina, en este episodio del Evangelio podemos reflexionar en dos elementos: por un lado, su significado espiritual y sobrenatural, ya que la multiplicación de panes y peces es anticipo y prefiguración de otra multiplicación, del Cuerpo y la Sangre del Cordero, en las especies eucarísticas; la multiplicación de panes y peces fue para alimentar el cuerpo, la multiplicación del Pan Vivo bajado del cielo es para alimentar el espíritu con la substancia misma del Cordero de Dios, su Humanidad glorificada y su Divinidad, Fuente Increada de la Santidad y la Santidad en Sí misma; por otro lado, podemos considerar la incomprensión del significado espiritual por parte de la gente, ya que lejos de comprender que la multiplicación de panes y peces es prefiguración de la multiplicación de la Carne del Cordero de Dios y del Pan de Vida eterna en el futuro, la muchedumbre pretende hacer rey a Jesús porque les sació el hambre corporal, y no por sus enseñanzas para llegar a la vida eterna.

“Jesús multiplica panes y peces”. En nuestros días, Jesús no multiplica panes y peces para saciar nuestra hambre corporal; sin embargo, ha dejado encargado a la Iglesia la realización de un milagro infinitamente más grandioso que la creación de los átomos materiales de panes y peces y es la conversión, por la transubstanciación, de las substancias del pan y del vino en su Cuerpo y en su Sangre, para alimentar no nuestros cuerpos, sino nuestras almas, con un alimento que es infinitamente más exquisito que la carne de pescado y el pan material, la Eucaristía, que es la Carne del Cordero de Dios y el Pan de Vida eterna. En cada Santa Misa, entonces, asistimos a un milagro inmensamente más grandioso que la simple multiplicación de panes y peces, la multiplicación de la Carne del Cordero de Dios y del Pan de Vida eterna, la Sagrada Eucaristía, que alimenta nuestras almas con la substancia misma de la Trinidad.


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