domingo, 31 de octubre de 2021

La viuda ha dado más que nadie, porque ha dado de lo que tenía para vivir”

 


(Domingo XXXII - TO - Ciclo B – 2021)

         “La viuda ha dado más que nadie, porque ha dado de lo que tenía para vivir” (). Jesús nos enseña que la viuda del Evangelio es un ejemplo para nosotros, tanto en generosidad hacia el templo, como en amor y confianza hacia Dios. La razón es que, aunque la viuda da materialmente muy poco dinero, en realidad es mucho, porque lo que da es lo que tiene para comer, para alimentarse, para subsistir. Es como si nosotros diéramos el dinero que tenemos para comprar el alimento del día: puede ser mucho o poco en cantidad, pero en términos cualitativos es mucho, porque es todo lo que tenemos. Si se compara lo que da la viuda con lo que dan los que son ricos, parece que está dando poco, pero como dijimos, está dando en realidad mucho más que los que ponen una rica ofrenda, porque estos dan de lo que les sobra, mientras que la viuda da todo lo que tiene para subsistir. En el fondo, los primeros dan lo que no necesitan, mientras que la viuda da lo que le sirve para poder vivir, con lo cual está dando, en cierto sentido, su vida. La viuda es ejemplo de amor al templo de Dios, porque contribuye al sostenimiento material del templo, lo cual es un deber de todo fiel y es además un ejemplo de amor a Dios, porque da la totalidad de lo que tiene, como muestra de agradecimiento y de amor a Dios, que es quien le da la vida y el ser. Por este motivo, la viuda del Evangelio es un ejemplo para nosotros en el sentido de que nos enseña cómo debemos no sólo estar desprendidos de los bienes materiales, sino también de cómo debemos contribuir, con esos bienes, al sostenimiento del culto católico, el único culto verdadero del Único Dios Verdadero y cómo debemos agradecerle por lo que nos da y sobre todo por lo que Es, Dios de infinito amor y misericordia.

Hay otro aspecto más profundo y sobrenatural que debemos considerar en la donación de la viuda y es que no sólo es un ejemplo de cómo debemos comportarnos con nuestros bienes materiales en relación al templo y a Dios: el don de la viuda, de dar lo que tiene para vivir y con eso, dar su propia vida, es en realidad una imitación y una participación a otro don, el don de Jesucristo, que ofrece a Dios en la cruz, mucho más que lo que tiene para vivir, porque ofrece su propia vida, en sacrificio por la salvación de todos los hombres, en otras palabras, la generosidad de la viuda es una participación a otro acto de oblación y de donación, y es el don de la propia vida a Dios, por el rescate de la humanidad, como lo hace Nuestro Señor Jesucristo en la cruz.

“La viuda ha dado más que nadie, porque ha dado de lo que tenía para vivir” (). A imitación de la viuda del Evangelio, no demos al templo de Dios lo que nos sobra, sino incluso lo que necesitamos para vivir y a ejemplo de Cristo crucificado, que ofreció a Dios su propia vida en la cruz para nuestra salvación, ofrezcamos nuestra propia vida, por la salvación propia y la de nuestros hermanos, a Cristo crucificado en el Calvario y el Altar Eucarístico.

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