“El
Espíritu del Señor me ha enviado a anunciar la Buena Noticia” (Lc 4, 14-22). La misión de Jesús,
anunciada por el profeta Isaías, es la misión de todo cristiano, porque todo
cristiano ha sido convertido, por el Espíritu, en un templo del Espíritu de
Dios, y por lo mismo, todo cristiano es –o, al menos, debería ser- una imagen
viviente de Jesucristo.
Si
todo cristiano debe continuar la misión de Cristo, que es anunciar la Buena
Noticia, entonces debemos preguntarnos en qué consiste la Buena Noticia, porque
muchos en la Iglesia, aun con buenas intenciones, la desvirtúan, presentando al
Evangelio de Cristo como un mensaje de salvación intramundano y materialista, inmanente
y con un horizonte meramente humano, como lo hace la Teología de la Liberación.
Ante
todo, hay que decir que la Buena Noticia no consiste en una salvación
intramundana y materialista, como lo pretende dicha corriente –y, junto a esta,
muchísimas otras “teologías”, como la feminista, la ecologista, etc.-: el
mensaje de Cristo no consiste en la lucha de clases, ni en el combatir la
pobreza, ni en alimentar a la humanidad, ni en mejorar las condiciones
económicas de la sociedad; la Buena Noticia de Cristo no consiste en convertir
a este mundo en un Paraíso terrenal, interpretado este como una realización puramente
material de las aspiraciones del hombre –casa, comida, trabajo, diversiones-,
ni su horizonte se limita a la existencia humana, y mucho menos consiste en “humanizar
la religión”, acomodando la religión a las pasiones del hombre (con lo cual se
termina permitiendo toda clase de aberraciones contra-natura). Todo esto es una
falsificación del mensaje evangélico de Cristo, falsificación propia de las “teologías”
que se apartan del Magisterio de la Iglesia, como la Teología de la Liberación,
la Teología feminista, la Teología progresista, y tantas otras.
La
Buena Noticia de Jesucristo consiste en dar de comer y calmar el hambre y la
sed de la humanidad, sí, pero no con alimentos terrenos, sino con el Pan de
Vida eterna, con la Carne del Cordero de Dios, con el Vino de la Alianza Nueva
y Eterna, y con el Agua del costado abierto de Cristo, la gracia santificante
de los sacramentos. La Buena Noticia de Jesucristo consiste en mejorar las
condiciones de vida de los hombres, y sobre todo de los pobres, pero
proporcionándoles habitaciones en la Casa del Padre en los cielos, para lo cual
deben obrar la misericordia; la Buena Noticia de Jesucristo consiste en
convertir a este mundo en un Paraíso terrestre, pero sólo como anticipo del
Paraíso celestial, y el mundo se convertirá en Paraíso terrestre cuando los
hombres vivan en estado de gracia y dejen de enarbolar las banderas del vicio y
del pecado como derechos humanos; el mensaje de Cristo consiste en dar
esperanza a los hombres, pero no una esperanza basada en revoluciones
industriales, tecnológicas, científicas, sino en la esperanza de la vida
eterna, la vida del Reino de los cielos, la contemplación beatífica de las Tres
Personas de la Santísima Trinidad; la Buena Noticia de Cristo consiste no en la
salvación de la pobreza material ni de la miseria económica, sino de la miseria
espiritual consecuencia del pecado y de la ausencia de la gracia; la Buena Noticia
de Cristo no consiste en la salvación de enemigos mundanos y de sistemas económicos,
sino en la salvación de las “potestades de los aires”, los ángeles caídos, al
mando del Dragón rojo, Satanás, que buscan hundir las almas en el lago de fuego
eterno.
“El
Espíritu del Señor me ha enviado a anunciar la Buena Noticia”. Todo cristiano
debe ser un heraldo de la Buena Noticia de Cristo, transmitiendo a los hombres
el mensaje de salvación eterna, y para ello no debe empeñarse en discursos
grandilocuentes y sabihondos, sino que debe empeñarse en ser, por medio de las
obras de misericordia, un espejo de la bondad de Cristo, un reflejo del brillo
de su Amor, una imagen viviente de Jesús Misericordioso.
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