miércoles, 9 de enero de 2013

El Espíritu del Señor me ha enviado a anunciar la Buena Noticia



“El Espíritu del Señor me ha enviado a anunciar la Buena Noticia” (Lc 4, 14-22). La misión de Jesús, anunciada por el profeta Isaías, es la misión de todo cristiano, porque todo cristiano ha sido convertido, por el Espíritu, en un templo del Espíritu de Dios, y por lo mismo, todo cristiano es –o, al menos, debería ser- una imagen viviente de Jesucristo.
Si todo cristiano debe continuar la misión de Cristo, que es anunciar la Buena Noticia, entonces debemos preguntarnos en qué consiste la Buena Noticia, porque muchos en la Iglesia, aun con buenas intenciones, la desvirtúan, presentando al Evangelio de Cristo como un mensaje de salvación intramundano y materialista, inmanente y con un horizonte meramente humano, como lo hace la Teología de la Liberación.
Ante todo, hay que decir que la Buena Noticia no consiste en una salvación intramundana y materialista, como lo pretende dicha corriente –y, junto a esta, muchísimas otras “teologías”, como la feminista, la ecologista, etc.-: el mensaje de Cristo no consiste en la lucha de clases, ni en el combatir la pobreza, ni en alimentar a la humanidad, ni en mejorar las condiciones económicas de la sociedad; la Buena Noticia de Cristo no consiste en convertir a este mundo en un Paraíso terrenal, interpretado este como una realización puramente material de las aspiraciones del hombre –casa, comida, trabajo, diversiones-, ni su horizonte se limita a la existencia humana, y mucho menos consiste en “humanizar la religión”, acomodando la religión a las pasiones del hombre (con lo cual se termina permitiendo toda clase de aberraciones contra-natura). Todo esto es una falsificación del mensaje evangélico de Cristo, falsificación propia de las “teologías” que se apartan del Magisterio de la Iglesia, como la Teología de la Liberación, la Teología feminista, la Teología progresista, y tantas otras.
La Buena Noticia de Jesucristo consiste en dar de comer y calmar el hambre y la sed de la humanidad, sí, pero no con alimentos terrenos, sino con el Pan de Vida eterna, con la Carne del Cordero de Dios, con el Vino de la Alianza Nueva y Eterna, y con el Agua del costado abierto de Cristo, la gracia santificante de los sacramentos. La Buena Noticia de Jesucristo consiste en mejorar las condiciones de vida de los hombres, y sobre todo de los pobres, pero proporcionándoles habitaciones en la Casa del Padre en los cielos, para lo cual deben obrar la misericordia; la Buena Noticia de Jesucristo consiste en convertir a este mundo en un Paraíso terrestre, pero sólo como anticipo del Paraíso celestial, y el mundo se convertirá en Paraíso terrestre cuando los hombres vivan en estado de gracia y dejen de enarbolar las banderas del vicio y del pecado como derechos humanos; el mensaje de Cristo consiste en dar esperanza a los hombres, pero no una esperanza basada en revoluciones industriales, tecnológicas, científicas, sino en la esperanza de la vida eterna, la vida del Reino de los cielos, la contemplación beatífica de las Tres Personas de la Santísima Trinidad; la Buena Noticia de Cristo consiste no en la salvación de la pobreza material ni de la miseria económica, sino de la miseria espiritual consecuencia del pecado y de la ausencia de la gracia; la Buena Noticia de Cristo no consiste en la salvación de enemigos mundanos y de sistemas económicos, sino en la salvación de las “potestades de los aires”, los ángeles caídos, al mando del Dragón rojo, Satanás, que buscan hundir las almas en el lago de fuego eterno.
“El Espíritu del Señor me ha enviado a anunciar la Buena Noticia”. Todo cristiano debe ser un heraldo de la Buena Noticia de Cristo, transmitiendo a los hombres el mensaje de salvación eterna, y para ello no debe empeñarse en discursos grandilocuentes y sabihondos, sino que debe empeñarse en ser, por medio de las obras de misericordia, un espejo de la bondad de Cristo, un reflejo del brillo de su Amor, una imagen viviente de Jesús Misericordioso.

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