San José es el varón santo y justo que destaca por sobre
todos los varones santos y justos por su pureza, su castidad y su santidad.
Pero también destaca porque es el elegido por la Trinidad beatísima para ser el
reemplazante de cada una de las Tres Divinas Personas en la tierra: es elegido
por Dios Padre, para que continúe y prolongue en la tierra la paternidad
celestial que Él ejerce por haber engendrado al Verbo Unigénito desde la
eternidad: Dios Padre quiere que San José, ejerciendo la paternidad adoptiva
con su Hijo Unigénito, sea para Dios Hijo su imagen viviente y su recuerdo
permanente, de manera que Dios Hijo, al ver a San José, vea reflejado al Padre
Eterno; Dios Hijo lo elige para que sea su padre adoptivo, de manera de ver
reflejado en San José, en tanto lo permiten los límites de la naturaleza
humana, a su Padre Dios, para amarlo con el mismo Amor con el que ama a su
Padre celestial, el Espíritu Santo: en otras palabras, Dios Hijo, engendrado
por el Padre desde la eternidad, quiere que San José sea su padre adoptivo en
el tiempo, para ser criado y educado por él en su naturaleza humana y así poder
amarlo con el Amor de Dios, el Espíritu Santo; Dios Espíritu Santo, Esposo de
María Santísima, elige a su vez a San José, para que sea una prolongación de su
divina esponsalidad, siendo para María Santísima un esposo casto, puro, amable
y respetuoso, que la ame en su condición de esposo meramente legal, con el Amor
Santo de Dios. Por último, la Trinidad en su conjunto elige a San José para que
sea el Jefe de la Sagrada Familia de Nazareth, de manera que, con su trabajo terreno, sea instrumento de la
Divina Providencia, que asiste en toda necesidad a la Madre y al Hijo. Por todo
esto, la santidad de San José, varón casto, puro y santo, excede, con mucho, la
santidad de los más santos entre los santos.
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