“La
Verdad los hará libres” (Jn 8, 31-42).
Jesús revela algo, a los “hijos de Abraham”, que los conmueve profundamente
desde el punto de vista espiritual: les dice, por un lado, que son esclavos del
Demonio, y por otro lado, que son esclavos del pecado y que de ambas
esclavitudes sólo los puede salvar Él, que es la Verdad de Dios Encarnada. En otras
palabras, los “hijos de Abraham” no se consideraban a sí mismos como esclavos
de nadie y mucho menos del Demonio y del pecado, por el hecho de ser “hijos de
Abraham”, por eso las palabras de Jesús los conmueve profundamente. Lo que los
hijos de Abraham ignoran o pasan por alto es que sí son esclavos, por causa del
pecado original de Adán y Eva, del Demonio y del pecado y esta doble
esclavitud, de orden eminentemente espiritual, no puede ser destruida ni
anulada por ninguna fuerza creatural, sea el hombre o un ángel, sino sólo por
Dios. Y lo que tampoco saben –o mejor
dicho, no quieren saber, porque se niegan voluntariamente a reconocerlo- es que
quien les está hablando, Jesús de Nazareth, es Aquel que tiene el poder de
liberarlos de esta doble esclavitud, por cuanto Jesús es Dios Hijo encarnado.
En cuanto Dios Hijo, Jesús es la Verdad Eterna de Dios, porque Dios es la
Verdad en Sí misma y es esta Verdad la única que puede liberarlos de la
esclavitud del Demonio, que es el “Padre de la mentira”, porque la Verdad
destruye a la mentira y mucho más la Verdad Eterna y Absoluta de Dios destruye
la mentira personificada que es Satanás, el Ángel caído; también, al ser la
Verdad Eterna de Dios, Jesús es el Único que puede destruir el pecado, porque
el pecado consiste en la malicia y la falsedad de creerse el hombre que es dios
de sí mismo: al revelar la Verdad de Dios, Jesús destruye la mentira del
pecado, que ensalza al hombre como su propio dios y coloca, en el centro del
corazón del hombre y en el centro de la Creación, a Dios Uno y Trino, Creador,
Salvador y Santificador.
“La
Verdad los hará libres”. Los hijos de Abraham son esclavos del Demonio y del
pecado y el Único que puede liberarlos de esa doble esclavitud es Cristo,
Verdad Eterna de Dios encarnada. La misma situación cabe para nosotros, que por
el Bautismo somos hijos adoptivos de Dios: si aun siendo hijos adoptivos de
Dios, no creemos en Cristo Jesús, Verdad Eterna de Dios, seremos esclavos del
Demonio y del pecado. Sólo Cristo Dios, Verdad Eterna del Padre, hará que
dejemos de vivir en la esclavitud de los hijos de Abraham y que vivamos en la
libertad de la gracia, la libertad de los hijos de Dios y de la Iglesia
Católica.
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