“El
que cree en el Hijo tiene vida eterna” (Jn 3, 31-36). Al hablar sobre Jesús, Juan Bautista nos revela que la fe en Él
nos concede algo que nosotros no poseemos, porque no nos pertenece: la vida
eterna. ¿Qué es la “vida eterna”? Es una vida absolutamente nueva, distinta a
la vida creatural, sea angélica o humana; es una vida celestial, divina,
sobrenatural, que brota del Ser divino trinitario como de su Fuente Increada e
Inagotable. Es una vida de la que no tenemos experiencia y por eso mismo no
podemos siquiera imaginar cómo sea, pero es una vida real, porque es la vida
misma de Dios Trinidad. ¿Quién la posee? Por supuesto que Dios, como decíamos, porque
de Él surge como de una Fuente Increada, derramándose sobre los ángeles y los
hombres, haciéndolos partícipes de su Vida divina, que contiene en sí todas las
perfecciones, todas las alegrías, todas las virtudes en grado infinito, sumo y
eterno. Ahora bien, para que el hombre posea la vida eterna, es necesario creer
en el Hijo, es decir, es necesario creer en Jesús de Nazareth. Pero este “creer”
en Jesús tiene matices que hacen que la fe en Jesús sea una fe bien precisa,
una fe católica y solamente católica. En efecto, quien cree en Jesús, pero cree
en Jesús al modo como creen en Él los judíos, los musulmanes, los protestantes
o los integrantes de cualquier secta, no tienen una fe verdadera y recta sobre
Él, porque no es una fe católica. La fe católica en Jesús nos enseña que Él no
es un hombre santo, ni un profeta, sino Dios Tres veces Santo, encarnado en la
Persona de Dios Hijo, que prolonga su Encarnación en la Eucaristía y que está
en la Eucaristía con su Cuerpo glorioso y resucitado, tal como está en el
cielo. Otra particularidad de la fe católica en Jesús es la puesta por obra de
esa fe, que se traduce en obras de misericordia, corporales y espirituales,
porque si alguien dice que cree en Jesús, pero no obra la misericordia, ese tal
posee una fe muerta, porque una fe sin obras es una fe muerta y por lo tanto
ese tal no posee la vida eterna en él.
“El
que cree en el Hijo tiene vida eterna”. Creer en Jesús con fe católica –creer que
Jesús es Dios encarnado y que prolonga su Encarnación en la Eucaristía y que
esa es la razón del obrar la misericordia- concede la vida eterna. Creer en un
Jesús que no es el Jesús católico, no concede la vida eterna.
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