(Ciclo C - 2016)
“Cuando Judas tomó el bocado (…) Satanás entró en él (…)
Judas salió (y) afuera era de noche” (Jn
13, 21-33. 36-38). No hay, en todo el Evangelio, una descripción más exacta y
precisa de una posesión demoníaca, que la que el evangelista Juan hace de Judas
Iscariote: “Cuando Judas tomó el bocado (…) Satanás entró en él (…) Judas salió
(y) afuera era de noche”. Judas Iscariote representa la anti-comunión con el
Hombre-Dios, lo exacto opuesto a lo que debe hacer un hombre si desea salvar su
alma. Judas comulga con Satanás y no con Jesucristo; lo que caracteriza a Judas
es la mentira, el engaño, la envidia, el deseo de enriquecerse, todo lo
contrario y lo opuesto al Amor de Dios, expresado en los Mandamientos. En vez
de desear cumplir los Mandamientos de Dios, Judas cumple los mandamientos de Satanás;
en recompensa, el Demonio, “Padre de la mentira” (), “premia” la devoción de Judas por él, “entrando”
en Judas, convirtiendo a su cuerpo y su alma en posesión de las tinieblas. El Evangelio
relata que, cuando Judas “tomó el bocado”, “Satanás entró en él”. Se trata de
la anti-comunión eucarística: no se comulga el Pan del cielo, sino un alimento
terreno, como símbolo de las pasiones sin el control de la razón; en Judas no
hay amor a Jesucristo, que es lo que se necesita para poder comulgar, sino odio
al Hombre-Dios, que es a su vez lo mismo que posee el Ángel caído; Judas
prefiere escuchar el tintineo metálico del dinero mal habido, antes que escuchar
los latidos del Sagrado Corazón de Jesús y, finalmente, consigue lo que quiere:
apartarse de Jesús, “Luz de Luz”, para habitar en las tinieblas, ya que esto es
lo que dice el Evangelio: “Judas salió y afuera era de noche”. Judas no solo
sale del Cenáculo a una hora en la que ya está todo oscuro: además, Judas sale
de la comunión con Cristo, Luz de Luz eterna, para entrar en comunión con las
tinieblas vivientes, el Demonio y sus ángeles. La oscuridad cosmológica –“afuera
era de noche”- es un símbolo de las sombras vivientes, los ángeles apóstatas.
Si en el Evangelio se describe la traición de Judas, se
revela también, de forma anticipada y por medio de las palabras de Jesús, otra traición,
esta vez a manos de Pedro: el Vicario de Cristo afirma que “dará su vida” por
su Maestro pero Jesús, que es Dios, sabe que Pedro lo traicionará, aunque a
diferencia de Judas Iscariote, Pedro se lamentará amargamente por esta traición
y se reivindicará más tarde, dando efectivamente su vida en testimonio de
Jesús.
Por fin, el último Apóstol descrito en este Evangelio es
Juan Evangelista, que representa el modelo perfecto del alma que comulga con
Jesús: es la antítesis de Judas, porque si Judas traiciona a Cristo porque
prefiere escuchar el sonido metálico del dinero antes que los latidos del Sagrado
Corazón, el Apóstol Juan, por el contrario, “se recuesta en el pecho del Sagrado
Corazón” para escuchar sus latidos, los latidos de Amor y dolor del Hombre-Dios.
Frente a la traición de Judas y a la futura traición de
Pedro, la fidelidad y el amor de San Juan Apóstol, en quien están representadas
las almas que abrazan la cruz, proporcionan consuelo a Jesús, en medio de la
Gran Tribulación de la Pasión que ya está iniciando.
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