sábado, 5 de diciembre de 2020

“El Reino de los cielos exige esfuerzo, y los esforzados lo conquistarán”


 

“El Reino de los cielos exige esfuerzo, y los esforzados lo conquistarán” (Mt 11, 11-15). Jesús nos revela dos cosas: una, que no estamos destinados a los reinos de la tierra, sino al “Reino de los cielos”, del cual los reinos de la tierra –los buenos reinos- son figura; la segunda revelación es que ingresar al Reino de los cielos no es para perezosos, sino para quienes se esfuerzan: “exige esfuerzo y los que se esfuercen lo conquistarán”. De esto se sigue algo elemental: no es lo mismo esforzarse para entrar en el Reino de Dios, que no hacerlo; no es lo mismo obrar para recibir un mérito –un premio, el Reino de Dios-, que no hacerlo. Ahora bien, ¿de qué esfuerzo se trata? No se trata de un esfuerzo económico, físico, o de cualquier fuerza de la naturaleza humana o angélica: se trata de un esfuerzo espiritual, llevado a cabo por la fuerza concedida por la gracia santificante y que permite que el bautizado pueda realizar verdaderamente el esfuerzo que implica conquistar el Reino de Dios. En efecto, no se puede conquistar el Reino de Dios con fuerzas humanas y menos todavía cuando estas fuerzas están contaminadas y debilitadas por el pecado original; no se puede conquistar el Reino de Dios si no se lucha contra el pecado, contra la tentación, contra las pasiones desordenadas y depravadas y la fuerza para salir triunfantes contra todas estos obstáculos que nos impiden entrar en el Reino de Dios, viene de la gracia santificante, brotada como de un manantial del Sagrado Corazón traspasado en la Cruz y derramada como Amor Misericordioso por medio de los Sacramentos de la Iglesia.

“El Reino de los cielos exige esfuerzo, y los esforzados lo conquistarán”. ¿Quiénes son los “esforzados” que conquistarán el Reino de Dios? Son los que acudan a beber de las fuentes del manantial de Misericordia, el Sagrado Corazón de Jesús, que derrama su Amor a raudales por medio de los Sacramentos de la Iglesia. Cuanto más acudamos a los Sacramentos –sobre todo, Confesión y Comunión Eucarística-, tanto más estaremos en grado de ingresar al Reino de Dios.

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario