“Vayan
a contarle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los paralíticos
andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a
los pobres se les anuncia el Evangelio” (Lc
7, 19-23). Juan el Bautista envío a dos de sus discípulos para que le pregunten
a Jesús si Él es el Mesías, o si deben esperar a otro. Jesús no les responde
directamente, sino indirectamente, enumerando los milagros que Él hace –curar paralíticos,
sanar a leprosos y sordos, resucitar muertos- y finalizando con su actividad
evangelizadora: “a los pobres se les anuncia el Evangelio”. Con esta respuesta,
es evidente que Jesús responde afirmativamente, es decir, dice que sí es Él el
Mesías esperado, porque esas obras que hace Él, no las hace en cuanto hombre
santo a quien Dios acompaña con su poder, sino que las hace en cuanto
Hombre-Dios, que despliega su poder divino, un poder que está en su Ser divino
y que Él dispone de la manera que quiere y cuando quiere. En otras palabras,
las obras que hace Jesús sólo las puede hacer Dios; entonces, si Jesús se
auto-proclama Dios y hace obras que sólo Dios puede hacer, entonces es Dios en
Persona, tal como Él lo dice. De otra manera, si no hiciera estas obras
divinas, sería sólo un falso profeta, como los falsos profetas y falsos cristos
que han aparecido a lo largo de la historia y que continúan apareciendo en
nuestros días.
Ahora
bien, si las obras que hace Jesús son una confirmación de que Él es el Mesías y
Dios Hijo encarnado, el anuncio que Él hace del Evangelio, es una obra que sólo
el Mesías y Dios puede hacer: anunciar a los pobres el Evangelio. “Anunciar a
los pobres el Evangelio” no hace referencia sólo a los pobres materiales, sino
ante todo a los pobres espirituales, los que están privados de la riqueza de la
gracia y anunciar el Evangelio significa revelar a los hombres el plan de
salvación puesto en marcha por la Trinidad con la Encarnación del Verbo y
sellado luego con el sacrificio del Cordero en la Cruz del Calvario. Ésta sí
que es una noticia que sólo el Mesías Dios podía dar, porque es un plan del
Padre y “sólo el Hijo conoce al Padre” y “el Hijo habla de lo que el Padre le
dice” desde la eternidad.
“Vayan
a contarle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los paralíticos
andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a
los pobres se les anuncia el Evangelio”. Si aplicamos esta respuesta a la
Iglesia, tendremos como revelación que así como Cristo es Dios y Mesías, así la
Iglesia Católica es la Única Iglesia del Dios verdadero, porque sólo Ella obra,
con el poder participado de Cristo, la sanación de los enfermos con la gracia
santificante y sólo Ella anuncia a los hombres, a toda la humanidad, que Cristo
es el Mesías esperado. Y si nosotros vemos y oímos que sólo la Iglesia Católica
es la Iglesia verdadera, entonces eso es lo que debemos comunicar al mundo.
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