(Ciclo
B – 2021)
En esta fiesta, la Iglesia Católica en Occidente celebra la
revelación de Jesús a los paganos. En efecto, “epifanía” significa “manifestación”
y en el sentido que le da la Iglesia, es en relación a la manifestación de
Jesús en cuanto Dios, a los hombres. Es decir, Jesús aparecía ante los ojos de
los demás, como un hombre más entre tantos –de hecho, sus contemporáneos lo
llamaban “el hijo de José, el carpintero”, o “el hijo de María”-, pero en
ciertas ocasiones, Jesús se manifestaba exteriormente como lo que Es
interiormente, es decir, como Dios Hijo encarnado. Así, por ejemplo, Jesús manifiesta
su gloria divina en el Jordán, en el momento de su Bautismo y también lo hace
en las bodas de Caná, al convertir el agua en vino, haciendo un milagro que
sólo Dios podía hacer y, al poco tiempo de nacer, se manifiesta como Dios a los
Reyes Magos. La Epifanía que celebra la Iglesia es, precisamente, esta
manifestación divina de Jesús ante los Reyes Magos y es el símbolo del reconocimiento,
por parte de los paganos -representados en los Reyes Magos-, de que Cristo es
Dios y es el Salvador de la humanidad[1].
Para entender un poco más la Epifanía, recordemos qué era lo
que festejaban los paganos en este día: ellos festejaban un acontecimiento
solar, el solsticio de invierno[2],
esto es, el simple hecho de que el sol, comenzaba a dar más luz y por lo tanto,
más calor, debido a que el invierno comenzaba a disminuir, haciéndose los días
más largos y las noches más cortas y también disminuyendo en consecuencia el
frío y la oscuridad. En otras palabras, para los paganos era celebrar el mero
acontecer de la posición de la tierra en relación al sol, el cual comenzaba a
dar más calor y más luz y así en la tierra al mismo tiempo disminuían las
tinieblas.
Es la Iglesia la que le da un sentido real y sobrenatural a
esta celebración, ya que la Epifanía que celebra es un acontecimiento no de
orden cosmológico, sino sobrenatural, celestial y divino, en el que el
Verdadero Sol de justicia, que es Cristo, el Niño Dios nacido milagrosamente en
Belén, más que acercarse a la tierra, como lo hace el sol estrella, ingresa en
la historia, el tiempo y en la tierra de los hombres; Dios, que es Sol de
justicia y Luz y calor de Amor Divino, ilumina a las almas humanas, inmersas en
las tinieblas del pecado y les da el calor del Divino Amor a los corazones de
los hombres, oscurecidos por el pecado y envueltos en la dureza de corazón, en
el odio y en el desamor. Al nacer, el Divino Sol, Jesucristo –que como Dios, es
Luz y calor de Amor divinos-, encarnado en la naturaleza humana y apareciéndose
como un Niño recién nacido, deja resplandecer la luz de su gloria divina y se
manifiesta al mundo, que yacía envuelto en las tinieblas del paganismo y es ese
paganismo, al cual se manifiesta Jesús, Luz del mundo, el que está representado
en los Reyes Magos. En este sentido, la adoración de los Reyes Magos representa
la conversión del mundo pagano y por lo tanto de la oscuridad y tinieblas que
caracterizan al paganismo, a la Luz Eterna de Dios que resplandece a través de
la Humanidad Santísima del Niño de Belén.
Así como los Reyes Magos, guiados por la Estrella de Belén,
acudieron al Pesebre para adorar a Dios Niño que se manifestaba con la luz de
su gloria divina y se postraron ante su Presencia, presentándole en homenaje
los dones de oro, incienso y mirra, así nosotros, guiados por la Estrella de
Belén viviente, la Virgen María, acudamos al altar eucarístico para adorar a
ese mismo Dios hecho Niño, que se manifiesta con la luz de su gloria, a los
ojos del alma, en la Eucaristía y nos postremos ante su Presencia Eucarística,
presentándole el homenaje de la adoración –representada en el oro-, de la
oración –representada en el incienso- y de las obras de misericordia –representadas
en la mirra-. Adoremos a Dios en su Epifanía Eucarística, así como los Reyes
Magos adoraron a Dios Niño en la Epifanía de Belén.
[2] “Astronómicamente, puede señalar
ya sea el comienzo o la mitad del invierno del hemisferio”; cfr. https://es.wikipedia.org/wiki/Solsticio_de_invierno
No hay comentarios:
Publicar un comentario