(Domingo
IV - TA - Ciclo B - 2020 – 2021)
“Alégrate, Llena de gracia, concebirás por el Espíritu Santo
y darás a luz a Dios con nosotros” (Lc
1, 26-38). En las palabras del Arcángel Gabriel dirigidas a María y del breve
diálogo que se desarrolla entre ellos, se encuentra el fundamento de la Navidad
según la Fe católica y está también la explicación del significado de cada una de las principales figuras del Pesebre de Belén.
En
efecto, de estas palabras se deduce lo siguiente:
-el
padre del Niño que nacerá en Belén no es San José, sino Dios Padre, porque es
Dios Padre quien engendra, desde la eternidad, en su seno, a su Palabra y es el
Amor del Padre, el Espíritu Santo, quien lleva a esta Palabra al seno virgen de
María para que se encarne, para que se una a la Humanidad Santísima de Jesús de
Nazareth; de esta manera, otra verdad que se revela es la paternidad del Niño
de Belén: si el Padre del Niño de Belén es Dios Padre, entonces queda San José
como lo que es, simplemente Padre adoptivo y no biológico del Niño Jesús;
-María,
la Mujer a la que saluda el Ángel, es Virgen y es al mismo tiempo Madre de
Dios: es Virgen porque lo que engendra no viene de parte de hombre alguno, sino
de parte del Amor de Dios, el Espíritu Santo y es Madre de Dios porque lo que
Ella engendra por obra del Espíritu Santo no es un niño humano más entre
tantos, sino el Niño-Dios, es decir, la Persona de Dios Hijo que se hace Niño –embrión-
sin dejar de ser Dios; también se deducen de las palabras del Ángel las
características extraordinarias de María Santísima: es Virgen y “Llena de
gracia”, lo que significa “Llena del Espíritu Santo”, Llena del Amor de Dios y
no puede ser Plena del Divino Amor sino es Virgen en cuerpo y alma;
-el
Niño que nacerá en Belén no es un niño humano, sino la Segunda Persona de la
Trinidad, Dios Hijo encarnado y esto se deduce del nombre: el Niño de Belén
será llamado “Emmanuel”, que significa “Dios con nosotros” y así ese Niño no es
un ser humano más, sino el mismo Ser divino Trinitario que se oculta en la
Humanidad del Niño Dios: en otras palabras, el mismo Dios Hijo que en cuanto
Dios es Espíritu Puro e Invisible y es adorado por los ángeles en el cielo, es
el mismo Dios que nace como Niño humano –sin dejar de ser Dios- en Belén, para
ser contemplado por los hombres al hacerse visible y así ser adorado en la humanidad
del Niño Dios, Jesús de Nazareth;
Por
último, se revelan en estas palabras el inicio del plan de salvación de Dios
Trino para los hombres, porque la Encarnación del Verbo no tiene otro objetivo
que la auto-comunicación de Dios a los hombres por el Amor, para librar a los
hombres de la tiranía del Demonio, del Pecado y de la Muerte y así conducirlos
al Reino de los cielos y para conseguir este objetivo, Dios Hijo, que nacerá en
Belén, Casa de Pan, entregará su Cuerpo y su Sangre en la Cruz, para luego
darse cada vez, en cada Santa Misa, como Pan de Vida eterna, al donar su Cuerpo
y su Sangre en cada Eucaristía.
“Alégrate,
Llena de gracia, concebirás por el Espíritu Santo y darás a luz a Dios con
nosotros”. Las palabras del Ángel se cumplen en la Virgen y el milagro de la
Encarnación y Nacimiento del Verbo del Padre, Cristo Jesús, se continúan en la
Santa Iglesia, en cada Santa Misa, por lo que no solo la verdadera fiesta de
Navidad es la Santa Misa de Nochebuena, sino que sin la celebración de la Santa
Misa de Nochebuena, la celebración de la Navidad carece de significado para el
católico.
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