domingo, 20 de diciembre de 2020

Octava de Navidad 2

 



(Ciclo B – 2020)

         Dentro de las figuras principales del Pesebre de Belén, está la del que parece ser el padre del niño, llamado San José. Es él quien condujo a la Virgen encinta, buscando posadas en Belén; es él quien encontró la gruta, que habría de servir para el Nacimiento de su hijo; es él quien limpió el lugar y luego fue a buscar leña para encender una fogata y así combatir la oscuridad y el intenso frío de la noche. ¿Quién es San José? Ante los ojos de los hombres, aparece como el padre del niño que está recostado en una cuna; sin embargo, la Fe Católica nos dice que San José no es el padre biológico de Jesús, porque así lo revela el Ángel en sueños: “Lo concebido en la Virgen viene del Espíritu Santo”. En otras palabras, San José no es padre biológico de Jesús, sino su Padre adoptivo y terreno, porque el Padre real de Jesús es Dios Padre, que es Quien lo engendró desde la eternidad, en su seno, comunicándole su naturaleza divina. Por eso el niño no es un niño más, sino el Niño-Dios, y no podría ser Niño-Dios si en su concepción hubiera intervenido la obra humana. San José es el varón casto y puro, elegido por Dios Padre, para que compartiera su paternidad en la tierra y fuera en la tierra el Padre adoptivo de Dios Hijo encarnado. Esto se deduce del Anuncio del Ángel a la Virgen: “Concebirás a darás a luz a Dios entre nosotros” y de las palabras del Ángel dichas a San José en sueño: “No temas recibirla, porque el fruto de su concepción proviene del Espíritu Santo”. San José, entonces, es sólo Padre adoptivo de Jesús, a quien Dios Padre lo eligió para que compartiera de su paternidad divina y para que cuidara a su Hijo Dios en la tierra, para que fuera el sustento de la Sagrada Familia de Nazareth. Por otra parte, siendo María Virgen y Madre de Dios, San José fue sólo el esposo meramente legal de la Virgen, lo cual quiere decir que no sólo no intervino, de ninguna manera, en la concepción del Niño de Belén, sino que se comportó, con su Esposa legal, María Santísima, durante su matrimonio, sólo como un hermano. Esto quiere decir que jamás hubo entre ellos trato alguno esponsal, fuera del meramente legal. A los ojos de los hombres San José aparecía como esposo de María y como padre de Jesús, pero era sólo el esposo legal de María, ya que el Esposo real de María era el Espíritu Santo, y era sólo el Padre adoptivo del Niño de Belén, porque el Padre real y verdadero, desde la eternidad, era Dios Padre. Al contemplar a San José en el Pesebre de Belén, pensemos en estos misterios de nuestra Fe Católica y a él, varón casto, justo y puro, le encomendemos nuestras familias.

 

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