(Ciclo
B – 2020)
Dentro de las figuras
principales del Pesebre de Belén, está la del que parece ser el padre del niño,
llamado San José. Es él quien condujo a la Virgen encinta, buscando posadas en
Belén; es él quien encontró la gruta, que habría de servir para el Nacimiento
de su hijo; es él quien limpió el lugar y luego fue a buscar leña para encender
una fogata y así combatir la oscuridad y el intenso frío de la noche. ¿Quién es
San José? Ante los ojos de los hombres, aparece como el padre del niño que está
recostado en una cuna; sin embargo, la Fe Católica nos dice que San José no es
el padre biológico de Jesús, porque así lo revela el Ángel en sueños: “Lo
concebido en la Virgen viene del Espíritu Santo”. En otras palabras, San José
no es padre biológico de Jesús, sino su Padre adoptivo y terreno, porque el
Padre real de Jesús es Dios Padre, que es Quien lo engendró desde la eternidad,
en su seno, comunicándole su naturaleza divina. Por eso el niño no es un niño
más, sino el Niño-Dios, y no podría ser Niño-Dios si en su concepción hubiera
intervenido la obra humana. San José es el varón casto y puro, elegido por Dios
Padre, para que compartiera su paternidad en la tierra y fuera en la tierra el
Padre adoptivo de Dios Hijo encarnado. Esto se deduce del Anuncio del Ángel a
la Virgen: “Concebirás a darás a luz a Dios entre nosotros” y de las palabras
del Ángel dichas a San José en sueño: “No temas recibirla, porque el fruto de
su concepción proviene del Espíritu Santo”. San José, entonces, es sólo Padre
adoptivo de Jesús, a quien Dios Padre lo eligió para que compartiera de su
paternidad divina y para que cuidara a su Hijo Dios en la tierra, para que
fuera el sustento de la Sagrada Familia de Nazareth. Por otra parte, siendo
María Virgen y Madre de Dios, San José fue sólo el esposo meramente legal de la
Virgen, lo cual quiere decir que no sólo no intervino, de ninguna manera, en la
concepción del Niño de Belén, sino que se comportó, con su Esposa legal, María
Santísima, durante su matrimonio, sólo como un hermano. Esto quiere decir que jamás
hubo entre ellos trato alguno esponsal, fuera del meramente legal. A los ojos
de los hombres San José aparecía como esposo de María y como padre de Jesús,
pero era sólo el esposo legal de María, ya que el Esposo real de María era el Espíritu
Santo, y era sólo el Padre adoptivo del Niño de Belén, porque el Padre real y
verdadero, desde la eternidad, era Dios Padre. Al contemplar a San José en el
Pesebre de Belén, pensemos en estos misterios de nuestra Fe Católica y a él,
varón casto, justo y puro, le encomendemos nuestras familias.
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