“La
Virgen concebirá y dará a luz un hijo” (Mt 1,
18-24). En este breve Evangelio, se narran verdades fundamentales de nuestra Fe
católica: la condición de María de ser Virgen y Madre de Dios al mismo tiempo, es
Virgen porque quien la hace concebir es el Espíritu Santo y no un hombre y es
Madre de Dios porque lo que concibe y da a luz no es a una persona humana, sino
a la Persona Segunda de la Trinidad, Dios Hijo; la condición de Jesús como Dios
encarnado, puesto que su nombre será “Emmanuel”, que significa “Dios con
nosotros”, porque Dios, que es Invisible al ser Espíritu Purísimo, se encarna,
se une a una naturaleza humana, para ser visible y así el Dios que es adorado
por los ángeles en el cielo, puede ser contemplado por los hombres en la tierra;
la condición de Jesús de ser Dios encarnado, es decir, verdadero Hombre y
verdadero Dios, ya que quien lo engendra para la vida terrena es el Espíritu
Santo, que procede desde la eternidad; la condición, por lo tanto, de San José,
de ser meramente Padre adoptivo y no biológico de Jesús, por la misma razón,
por ser engendrado Jesús por obra del Espíritu Santo y no por obra humana; la
seguridad de que las profecías del Antiguo Testamento relativas al Mesías se
cumplen en Jesús, porque es Aquel a quien Isaías contempló en visión como Dios
Hijo y luego lo vio encarnado por obra del Espíritu Santo y es a esto a lo que
se refiere su profecía: “He aquí que
la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de
Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros”; por último, la condición de los Ángeles de ser Mensajeros de Dios, lo cual nos da un criterio para discernir una verdadera de una falsa devoción a los ángeles: si los ángeles nos conducen a la Virgen y a Jesucristo, entonces son ángeles de Dios, ángeles de Dios: si no lo hacen, entonces son ángeles caídos.
“La
Virgen concebirá y dará a luz un hijo”. Podemos parafrasear al Evangelio y
trasladar la escena a la Iglesia, diciendo: “La Iglesia Virgen concebirá y dará
a luz un Hijo, Jesús Eucaristía” y esto lo podemos hacer porque la Virgen es
figura y modelo de la Iglesia y lo que sucede en Ella sucede en la Iglesia: así
como la Virgen concibió en su seno a la Palabra de Dios, Dios Hijo, por el
poder del Espíritu Santo y dio a luz al Hijo de Dios encarnado, así la Iglesia
concibe en su seno, el altar eucarístico, por obra del Espíritu Santo -que obra
la transubstanciación por las palabras de la consagración, prolongando la
Encarnación del Verbo en la Eucaristía- a la Palabra de Dios humanada, Cristo Jesús.
No
hay religión más asombrosa y plena de misteriosos asombrosos, que la Santa
Religión Católica.
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