jueves, 17 de diciembre de 2020

Santa Misa de Nochebuena

 



(Ciclo B - 2020 – 2021)

         “Le llegó a María el tiempo de dar a luz y tuvo a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre” (Lc 2,1-14). La sencillez de la descripción del Nacimiento del Redentor van de la mano con la grandeza y gloria del Niño Dios recién nacido en Belén. En efecto, según el Evangelio, se produce un nacimiento, en un establo que servía de refugio para animales, de un niño, que descripto así parece uno más entre tantos, el cual luego es envuelto en pañales por su madre. Aunque el Evangelio no lo describe, también está presente el esposo legal de esta madre, San José. Así descripto, tal como aparece en el Evangelio, el Nacimiento de Jesús de Nazareth es, en apariencia, como uno más de entre tantos, con la salvedad que el mismo se produce en un pequeño pueblo, perdido en la inmensidad del Imperio Romano, en Palestina, llamado Belén, aunque en rigor de verdad, no nace en el pueblo, sino en las afueras del pueblo, en un establo para animales. Visto con los ojos y la razón humana y teniendo en cuenta que los Evangelios son libros que describen hechos históricos, se puede decir que en este pasaje se describe el nacimiento de un niño hebreo, uno más entre tantos, en una cueva que servía de refugio para animales y que apenas nacido, su madre hizo lo que hacen todas las madres, esto es, envolverlo en pañales.

         Pero eso es lo que aparece a los sentidos y a la razón y lo que aparece y se manifiesta como un nacimiento más entre muchos, es en realidad algo inmensamente más grandioso y glorioso que lo descripto por el Evangelio. La razón es que el Niño que nace no es uno más entre tantos; la Madre que da a luz no es una madre más entre tantas; el padre del Niño, San José, es sólo su padre adoptivo y no biológico.

         El Niño que nace en Belén no es un niño más entre tantos: es la Segunda Persona de la Trinidad que, generada en la eternidad en el seno del Padre, se une hipostáticamente, personalmente, a una naturaleza humana y nace en el tiempo, milagrosamente, del seno de la Virgen Madre. El Niño que nace en Belén, por lo tanto, es, con toda justicia, llamado “Niño Dios”, porque es Dios Hijo, encarnado en la naturaleza humana de Jesús de Nazareth y nace en Belén, que significa “Casa de Pan”, porque ha venido a este mundo para donarse a Sí mismo como Pan de Vida eterna, entregando su Cuerpo y su Sangre en la Cruz y en la Sagrada Eucaristía, para la salvación de los hombres. El Niño que yace en el Pesebre, envuelto en pañales, es el Salvador del mundo, tal como se lo dicen los ángeles a los pastores.

         La Madre de este Niño no es una madre hebrea más entre tantas, sino que es la Madre de Dios, porque se llama “madre” a la que da a luz a una persona y la Persona a la que da a luz esta Madre y Virgen es la Segunda de la Trinidad, Dios Hijo encarnado.

         Por último, el padre del niño, que aparece en la escena del Pesebre, es el Padre adoptivo del Niño, no es su padre biológico, porque el Padre del Niño es Dios Padre, quien lo engendra en su seno eterno, comunicándole su naturaleza divina. San José es sólo Padre adoptivo de Jesús, pero no es quien lo ha engendrado, porque el Niño nacido milagrosamente de la Virgen “ha sido engendrado por el Espíritu Santo”, tal como le dice el Arcángel Gabriel a María Santísima en la Anunciación.

         “Le llegó a María el tiempo de dar a luz y tuvo a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre”. El Nacimiento de Belén, sucedido hace más de dos mil años, trasciende el tiempo y el espacio, puesto que la salvación que viene a traer el Niño de Belén es para todos los hombres de todos los tiempos. Y ese Nacimiento, misteriosamente, se renueva y actualiza cada vez, sacramentalmente, en la Santa Misa, porque se prolonga en la Eucaristía la Encarnación del Verbo de Dios, Cristo Jesús, Pan de Vida eterna. Por esta razón, la verdadera fiesta de Navidad es la Santa Misa de Nochebuena y es por esto que sin Misa de Nochebuena no tiene sentido celebrar la Navidad.

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