(Ciclo
B – 2020)
Además de sus padres –la Virgen y Madre de Dios, María
Santísima y San José, su Padre adoptivo-, los primeros seres humanos que se
acercaron al Pesebre de Belén para ver al Niño recién nacidos, fueron los
pastores. Estos se encontraban realizando su labor de pastoreo cuando fueron
visitados por los ángeles, quienes les avisaron que en el Portal de Belén,
recostado en una cuna, se encontraba el Redentor y Salvador de los hombres,
Cristo Jesús. Haciendo caso del Anuncio recibido de los ángeles, los pastores
fueron hasta la gruta, en donde encontraron al Niño, a su Madre y a su Padre,
según les habían dicho los ángeles. Es importante considerar la figura de los
pastores, porque ellos tienen mucho para enseñarnos en nuestra Fe: ante todo,
no acuden al Pesebre movidos por la curiosidad, ni por mera casualidad, sino
que lo hacen obedeciendo al Anuncio de los ángeles, lo cual demuestra que no
sólo creían en los Ángeles, sino que también creían en el Mesías, lo cual
quiere decir que leían con frecuencia la Palabra de Dios y que estaban atentos
a la Llegada del Salvador, todo lo cual demuestra una gran fe en la Palabra de
Dios y un gran amor a Dios. Por otra parte, lo que hacen los Pastores, al
llegar al Pesebre, es postrarse en adoración ante el Niño Dios, lo cual
significa que sus almas están llenas de fe católica: están iluminados
interiormente por el Espíritu Santo, de modo que saben y reconocen que ese niño
no es un niño más entre tantos, sino el Niño Dios, la Palabra de Dios
encarnada, que se manifiesta ante ellos como un Niño, pero es Dios. Es decir,
la Palabra de Dios que ellos leían y en la que creían, ahora se encarna en el
Cuerpo de un Niño y ellos adoran a la Palabra de Dios encarnada, el Niño de
Belén. Los Pastores, entonces, mientras realizan sus tareas cotidianas,
reciben, de parte de los Ángeles, el anuncio de que la Palabra de Dios se ha
encarnado y se manifiesta a los hombres como un pequeño Niño en el Portal de
Belén y acuden presurosos a adorar al Niño de Belén: a imitación suya, también
nosotros cumplamos con nuestro deber de estado y, guiados por la Santa Iglesia,
acudamos al Nuevo Portal de Belén, el altar eucarístico, para adorar al
Redentor de los hombres, Cristo Jesús, que si en Belén se manifestaba a través
del cuerpo de un Niño recién nacido, a nosotros se nos manifiesta, con su
Cuerpo resucitado, en la apariencia de pan, la Sagrada Eucaristía. Y a ejemplo
de los Pastores, también nosotros adoremos a la Palabra de Dios encarnada,
Jesús Eucaristía, postrándonos ante su Presencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario